miércoles, 17 de abril de 2013

Te quiero verde


         
       Desde hace un par de días me encuentro en la otra dimensión, la de mi crónico externalizado, para terminar el cursillo de ATS doméstico que, seguro, me capacitará para trabajar en Güemes Ltd. Ha sido duro escuchar el clarín, justo durante la celebración de Nuestra Señora de la Perpetua República, y regresar a los aledaños de la Penumbra. Ha sido duro porque, desde la primera noche, la Vieja Niebla Gris se hace corporea a las cuatro de la madrugada, y nos miramos las caras Ella, su paciencia, yo y mi tristeza, desde las cuatro esquinas de la cama de mi crónico externalizado. Resulta agotador y, estoy segura, genera arrugas.

       Pero lo peor de estas convivencias, cada vez más temporales y extremas, es la tentación constante de sondear simas que, normalmente, uno mantiene desaparecidas por instinto. Servidora evita al diablo de la mente camuflandose entre las macetas y empiezo a contemplar la terraza como si fuera el último verde de mi vida. Así, abono, riego, planto bulbos, y hasta remedo voces dependiendo de si hablo con el jazmín, el rosal o la menta. De hecho, le busco ecología, carta de naturalidad a las caricias en la mano inerte de mi pobre crónico, y espero un guiño del suave oleaje del pijama que, tenue, primero inspira por debajo de las gomas de oxigeno, luego exhala un suspiro y por último, hipa muy despacio.

       En la realidad civil, mucho menos espiritual, la paranoia escrache del PP, degenera rápidamente en pánico abierto: a los claveles, al sol de primavera y a los portugueses. Personalmente- y en la distancia vertical que separa un ático con terraza, del resto de los mortales-, huelo la prudencia dulzona del Congreso cuando esta en el aire la última alegría antiabortista de Gallardón (Que intentarán colar en julio/ Agosto aprovechando la playa) Ahí, también se va a liar. Por lo pronto vamos a sacar las toallas que compramos hace unos años, en Guimaraes.

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