martes, 8 de enero de 2013

Fin de Fiestas



Después de los últimos meses, creí que conocía el asfalto de esta ciudad hasta el fondo de su mezcla de brea, pero Madrid me ha vuelto a demostrar que lo mejor está en el centro de la bolsa y camuflado entre la pelusa. Al final de la calle Carretas, pasado Sol, -allí donde las ventas para turistas desaguan en una placita de comercio al por mayor para nacionales-, estaba tocando el mejor quinteto de Jazz que he escuchado en muchos años. Se hacen llamar Los Swingdigentes y, con una guitarra eléctrica, un bajo, un saxo, una flauta travesara y tres cubos amarillos, bordan un ragtime que ni Fats Waller. El batería,es Cozy Cole, en blanco, devuelto a los suburbios de Nueva Jersey; el saxo aprendió a brincar por la escala, seguro, con Charlie Parker; el guitarra conseguía un sonido semi banjo Reinhardt que se entrelazaba en arritmias sincopadas con el bajo y, sobre ellos, la flauta travesera se lanzaba a descripciones impecables del vuelo de un colibrí.

Hacía varias vidas que no disfrutaba tanto y eso que solo me pude quedar a dos temas: tenía agenda abultada de compras y un frío de muerte. Tal vez, y dada la proximidad geográfica, estos chicos podrían poner banda sonora al lamento/protesta de los bomberos del Parque de La Latina... que ven su cuartel reconvertido a pisitos de alquiler por horas (los maá rentables), cortesía de la avidez de Botella. De momento solo recogen firmas y salen a protestar de uniforme como un indignado más. Pero con los swingdigentes marcando el ritmo en los soportales, y el Cifu inmortalizando el audio, se podría montar una jam sesión que llegara hasta Cibeles y meneara los 263 coches oficiales de Dª Ana en sus plazas oficiales, o del SAMUR.

Por si fuera poco, cuando volvía a casa, cargada de bolsitas blancas de regalo genérico pero lleno el espíritu de melodía de marca, alguien me cuenta que, en Bilbao, los músicos de todas las orquestas y bandas se han lanzado a las esquinas, han tendido la funda del violín en el suelo, y regalan música de Brahms a cambio de unas monedas para la ciencia. Hoy me voy a acostar con una nueva confianza asomando por mi profundidad de campo: Y que se preocupen en Génova porque los músicos se movilizan bajo un celeste palio de notas.

2 comentarios:

  1. Fantástico, me gustan las dos cosas: la actuación de ellos, y tu escrito. Me encanta como nos cuentas las cosas.

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  2. Gracias, Carlos, te seguiré buscando curiosidades madrileñas y tú,a cambio, sigue fotografiando el alma de las cosas.Si quieres, compartimos.

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