viernes, 5 de abril de 2013

Al alcance

         Juré, ayer, que no hablaría de "La Imputación" ni otras porquerías adyacentes. Pero he tomado café con mi amiga Amparo, una mujer menudita de cuerpo e hiperdimensionada de mente, y luego he llamado a Repsol-Butano, para comprar bombonas. El efecto combinado de ambos factores, ha sido decisivo:

a) El propano a 15 euros la bombona, sacaría del ostracismo hasta a una gárgola de Euzkadiko Ezkerra. (O de cómo tapar un 100% de subida del gas con un 6% de bajada de las tarifas eléctricas. Una, seguro, pagaba 8 euros por unidad hace escasamente un año)

b) Mi amiga ha pasado, desenfocada por estética, a ser persona socialmente incómoda.(Esto es cuando familiares y allegados respiran de alivio si justifica su ausencia a un evento)

       Resulta evidente que el estado de la injusticia flagrante campa por sus respetos, esposen o no a la esposa de Urdangarín; y frente a este norte, con el 14 de abril a la vuelta de la esquina, la convocatoria del día 25 una semana después, y mi pobre Amparo fuera de encuadre económico social, servidora se desdice (como político ante presión de masas) y retoma el cabreo dialéctico, aunque se me esculpan arrugas indelebles con cada espasmo. Mucho van a tener que buscar los monarquicos, y con candíl, para encontrar una oveja blanca en el oscurito redil de los borbones.
Gracias a Dios, ahí saltan los Martinez Pujalte, las encuestas al sesgo de Intereconomía y las crísis histéricas de Botella -las actividades extra laborales de la familia le van a salir por un pico -  para señalar, como triangulitos rojos de carretera, el verdadero calado de la furia ciudadana en el ánimo de la derecha. Si, además, aparecen otro Lamela, un par de Güemes, y dos o tres Antonios Jimenez para explicarlo, casi tenemos la revuelta al alcance de la mano. Cómo mínimo la desobediencia activa garantizada.



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