jueves, 4 de abril de 2013

Doña Pepita

                                             
     


                         Para la mayor parte de los habitantes de mi barrio, Doña Pepita es un local bajito, madre de la Paca un loft con alturas y estética tan vintage que uno se planta en el rococó solo con mirarse al espejo. Pero, para mi,  Doña Pepita es una dama, en plenitud de remodelación ITV, que cobijo el primer y único amor de Manolito. Fué hace cinco años, y mi chiquitín de Soria, primavera adelante, puso los ojos y las primeras hormonas en Pepita, una perrilla joven, felíz, adamascada con una mancha parda que proclamaba ilusión en cada brillo, y. un lazo rosa que le ensalzaba las orejas. Ella, residía en la planta baja ( con salida a la calle), y durante ese verano los dueños del local y servidora asistimos a un romance canino que riete de "La dama y el Vagabundo". Se miraban, transidos de sentimiento, de mi balcón a su escaparate, se esperaban al atardecer, y aprovechaban los refectorios urinarios para hacerse confidencias de adolescente. Luego ella, como pasa siempre, tuvo que irse, y Manolito anduvo dos primaveras asexuado, falto de testosterona. Pero al final, como a todos, le pudo el instinto.

       Doña Pepita (local) anda ahora de lifting (vive de cara al público), pero su niña, La Paca, celebraba soiree de piano y servidora, que estaba invitada, ha ido. Interpretaba una chica, Emilia Sublet, jovencita, rubia, extranjera y sensible, con el curriculum sobre Yamaha acústico, (le calculé doce años, minimo, de estudios musicales.con tres horas diarias de escalas) Estaba en primera fila, cerca de la familia, y hasta mi rioja trascedieron unos cuantos detalles:

1.- Emilia tiene que proceder de tierra de costa, porque el oleaje sonaba de fondo en todas sus composiciones.
2.- Esa niña de diez años, con gafas y repitiendo escalas, que imaginé mientras escuchaba sus interpretaciones, consiguió desarrollar un dedo meñique tan prensil como el pulgar.
3.- Mi vecino , por fín, ha encontrado el camino.

        Con respecto a "La Paca", "el Pepita" y "El Anonimo" (Aunque creo que los dos últimos se han pasado a la clandestinidad)siempre me surgen querencias de cohecho. Lo reconozco. Les tengo ley porque casi compartimos trinchera judicial, una vez, y porque son locales a quienes he visto nacer, crecer y multiplicarse. "La Paca" hace de refugio espiritual, con sus columnas rococó, espejos art decó y almas renacentistas, donde maitresse Sara - 1´50 de capital humano sin retenciones - se esfuerza por hacer sonido de filarmonica con una armónica, un banjo y tres autores. El "Pepita"sería el rincón que elegiría de tener una bola de cristal y tendencia a la premonición, o una pareja muy íntima. En cuanto al "Anónimo"...Pobrecito mío, defendiendose del liberalismo de Aguirre como gato panza arriba (y como le deja el PP).  Pensandolo bien, por eso les tengo ley, porque a pesar del mercantilismo que les invade, siempre dejan una playa para el arte. Y porque, creo, el barrio se merece respiraderos de autenticidad entre tanta franquicia imperial. Cruzad los dedos, vecinos: mientras siga funcionando la ruta de la seda - Paca -Smoke- Anoite -, la ciudad de la Botella será soportable, a pesar de sus perros.

          Y no pienso hacer referencia a la imputación. Solo sería un eco, malo y escaso.



     

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