jueves, 25 de abril de 2013

Cine, cine, cine

   


        Existe un aforismo tácito en el universo xx que dice: "La belleza de una mujer no se vé en los ojos admirativos de un hombre, sino en la mirada envidiosa de otra mujer". Pues en política (la dama más libertina y decadente) ocurre exactamente lo mismo: la importancia de un acto, no se mide tanto por  la capacidad de convocatoria (que también) sino por el miedo que provoca en el contrario. Y debe haber pirrilera colectiva - que dirian en mi pueblo, donde son muy crípticos para la definición - en Génova 13, a tenor de los maullidos nocturnos que se descolgaban anoche,de los tejados más próximos. Personalmente, reconozco que esos jipíos, me ponen. Me encanta la agresividad con que ronronean la foto de perfil de las palabras donde reside el yúyu.

  • Maniestación......(Alias) Violencia extremista
  • Escrache............(Alias) Acoso 
  • Manifestante.......(Alias) Radical
  • Antisistema.........(Alias) Terrorista 

       Así, hasta concluir los asuntos mas espinosos de la legislatura con un vídeo en el que el Nasciturus abandona su definición juridica y adquiere personalidad completa rebautizado con el álias "Aarón". Ardo en deseos de ver como legitiman (en fotograma) su próxima politica de pensiones; pero mientras terminan de pergeñar el corto, me conformo con asistir al remake nacional de un montón de  secuencias para la história:

  • La corbata de Baldoví, más ofensiva aún que el guante de Gilda
  • "El Bueno, el Feo y el Malo", escenificados en Galicia (Y que cada cual ponga rostro al personaje, según gustos)
  • O la impecable Juana de Arco de Colau, acusando a los enemigos del pueblo frente a una Corte europea. Por un pelo, ni Ingrid Bergman.

      Ahora bien, para una (que sigue de maceta y pensamiento), lo más bonito del día, la piedra redonda y blanca que ha revuelto el limo a las aguas verdosas del estanque, ha sido la declaración de Don Gonzalo Moliner a la Cadena SER:

            Los escrache son un ejemplo de libertad de expresión.

      No me ha emocionado porque esté de acuerdo (que lo estoy), ni porque llegue 24 horas antes del escrache al Congreso: ha sido delicioso testar la íra malamente contenida de Isabel Durán y Edurne Uriarte, que estaban rabiosas por no ser, ellas, Presidentas del CGPJ, o vocales, o algo. A ver si, en esta nueva prueba del cielo, comprenden que Dios no ilumina el periodismo catequista hasta ese punto, y, los jueces algo saben de leyes.  

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