No me cabe duda, Alfredo Landa nos alborotaba el cabello según íbamos llegando a la Plaza de Neptuno, como si fuéramos la última españolada, plena de Santos Inocentes, a la que le niegan el pan, la sal y las cifras. Seguro que a él las cuentas tampoco le han cuadrado con las de Cifuentes, porque si la marea que bajaba Castellana solo representaba el 20 % de la protesta, este pais debe estar en el número uno de los top ten pedagógicos de occidente.
Y, lo que son las cosas, mientras los distintos oleajes se estrellan contra el arrecife de vallas azules, un heroico grupo de Greenpeace (que tienen exclusiva de hazañas) conseguía abrir la ruta a la cumbre del Congreso, y ponerle una pancarta al hemiciclo en plan peineta, en todo lo alto. Dentro, la mayoría sigue sorda, ciega y monocórde (que es peor que muda). Pero el espectáculo de la Asamblea de Madrid - donde hay insultos, amenazas, denuncias, abandono de bancos, y castigos de cara a la pared - me ha planteado una duda: Nuestra casta política, como los albinos, ¿No será una regresión evolutiva?
Hace dos días Moñitos fue de excursión a una granja escuela, de esas concertadas, donde los bichos estan acostumbrados a los niños y no salen corriendo en dirección contraria cuando intuyen un autobús escolar. La experiencia era un hito en sus tres años de existencia, y así lo trató la familia. Servidora llamó a la niña madre a eso de las diez de la noche, para interesarse:
- ¿Que tal se lo ha pasado - pregunté.
- Ha vuelto agotada - susurró mi niña madre al otro lado del teléfono - Se ha quedado dormida nada más cenar. No quiero hablar muy alto por si se despierta.
- ¿Y que animales ha visto? - seguí interrogando
- Lo clásico - me contestó el susurro - conejos, pavos, gallinas, ovejas...
- ¡Ovejas no!¡Y las gallinas no tenían huevo!
Colgué, con un espasmo de risa mientras pensaba en lo inmenso que se va a hacer el mundo cuando a esta generación le llegue el momento.
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