miércoles, 15 de mayo de 2013

El espíritu Brubaker

   



   He degustado "Brubaker" con la misma delectación con que la paladeé a los quince años. Ese Robert Redford de oro rechazando el pastel casero de un contratista, resultaba edificante incluso a treinta y cinco años de distancia. Naturalmente, a los quince había matices que mi adolescencia (por muy incómoda que resultara) jamás hubiera podido captar. No conocía, los elaborados productos S.A de la política y, como mucho, SOFICO me sonaba, de la radio; pero recuerdo perfectamente que me sentía reflejada en las rayban, saliendo de la oscuridad,mirando al sol de frente y con miedo. Y que lloré cuando el arcángel reformador del sistema penal americano, salía por la puerta grande, en coche, entre el coro de los presos.

       Ha sido bonito volver a interiores de plano nítido, sin un ápice de croma. Hay películas que implican momentos concretos (De hecho, pensándolo bien, quizá los momentos concretos sean películas) y uno es capaz de verlas cien veces esperando sentir, y sintiendo, lo mismo en cada ocasión. Secuencias  ante las que el alma se rinde incondicionalmente. A mi me ocurre con James Stewart corriendo bajo la nieve y gritando "¡Felíz Navidad, vieja Compañía de Empréstitos!". Y ni siquiera el Banco de Crédito Oficial rapiñeando los préstamos a las Pymes, podría amargar su sabor. Asi que el aplauso rítmico, unánime y universal a Henry Brubaker me erizó de madrugada, como entonces, los estambres de la esperanza,  (órganos interiores como raices de hilo), con la misma fuerza del rumor de las mareas: "¡Si, se puede!"

     A una noche de distancia, tanto sentimentalismo tenía que tener consecuencias y, eslabón a eslabón, he terminado aterrizando sobre las posaderas del inconsciente: Mi querido crónico externalizado  formaba parte de todos y cada uno de los retales de época. Ya sabía yo que la culpabilidad de la existencia acabaría enseñando la patita. Desesperadamente busco "un centro de gravedad permanente", y ahí está la politica nacional para salvarme los muebles mentales. Nada como la atomización juridico abortiva del PP, o el "asunto Mozarowski para devolvernos la paz espiritual a las gentes sencillas. 

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