viernes, 31 de mayo de 2013

El Alma





       Hoy hemos recitado el segundo funeral de mi Madre (es increíble lo que cuesta ponerlo negro sobre blanco), porque nuestros amados, como las estrellas de rock han tenido tres sepelios, o memorias,o tristezas colectivas:

  1. La del amigo fiel, hombre venerable que incluso ayuda en la misa.
  2. La de los hijos, los que nos quedamos de relevo de guardia.
  3. La del "rincón de Mar", que se celebra a orillas del Cantábrico, nuestro Mare de clán .


       Hace unos años, hablando con un retoño joven del tronco, me dijo:"Yo al abuelo no lo recuerdo, y no espero que mis nietos me recuerden a mi."A partir de ese momento, servidora se propuso combatir el alzheimer generacional, sobre la base de dos conceptos:

  1. A quien te ha dado la vida, hay que acompañarlo hasta el final, hasta la orilla misma de la laguna, y darle en mano una moneda a Caronte. Es de bien nacidos. 
  2. De ahí se vuelve con el alma extraña, pensando en los demás casi como un bien imprescindible -mas perecedero que los yogures y de rentabilidad imprevisible- pero exquisito .
        Es curioso lo fácilmente que nos dejamos llevar por el relativismo. En el autobús de vuelta, un gitanillo rubianco como de cinco años y Yáya en Villaverde Alto, habla estruendosamente con su pá, "¿Que quieres que te compre?""¡Chuches!", "Pues un saco entero de chuches","¡Y gusanitos!","¡Pues también, un saco entero!". El niño ríe, excitado, y se bajan en la siguiente parada. No sé por qué, me acuerdo de Juan Ramón y Platero:
"-Mi páre tié un reloj de plata.
 - Y el mío un cabayo.
 - Y el mío una escopeta..."

Cuando lo leí, en el colegio y en la imaginación, el gitanillo del poema arrastraba las jotas igual que mi niño del autobús.Si esto no es tener el alma extraña...

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