jueves, 8 de noviembre de 2012

El largo proceso de la adaptación

Foto: Mer
Hay expresiones que, automáticamente, erizan al mismo tiempo todos los extremos vellosos de mi instinto de supervivencia y la capa subcutánea de esceptisimo con que los españoles hemos sido bendecidos tras quinientos años de picaresca. Por ejemplo, cuando oigo “dentro de la más estricta legalidad” se me planta en el subconsciente la imagen de un tipo con toga que recita: "Excusátio non petita, acusatio manifiesta". Y ya no me creo nada.

Si alguien hace referencia al “amor de la vida de …” en el trasfondo de mi memoria se abre un libro, grueso y apretado como una guía de teléfonos de Madrid Capital, plagado de las parejas eternas que he conocido en 25 años. A la realidad me devuelven, con una colleja moral, las imágenes de las dos únicas que perviven. Y de las dos, una por razones fiscales. Total, que tampoco me creo nada. Me da pena haberme vuelto tan escéptica que, a veces, hasta roce el cinismo. Pero entonces pongo Tele 5, a alguna hora de la tarde, y esas voces, agudas como un cornetín de retreta, devuelven un poco de paz a mi espíritu: No soy una cínica, ni siquiera una escéptica. Solo soy una mujer adaptada a su tiempo… o en vías de adaptación.

Es como seguir las noticias según canales. En Telespe, se me ocurre, construyeron tantas rotondas alrededor de Romney para llegar a Obama, que aquello parecía la zona Norte de Madrid. En TVE, hacían especial hincapié en la felicitación del presidente del Gobierno. En la Sexta entonaban, emocionados, las virtudes del programa de asistencia pública que va a tener tiempo de llevar a cabo (Obama, no el presidente del Gobierno). En Antena 3 siguen impresionados por Sandy. Y en Tele 5 lo de Obama les parece secundario, frente a las lágrimas de la Pantoja.

La adaptación no me ha vuelto más pesimista. Ahora soy una optimista con datos.

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