jueves, 6 de diciembre de 2012

Problema respiratorio

Hace muchos años, cuando yo todavía era joven, felíz e indocumentada, existía un semanario de nombre “El Caso” que compendiaba toda la maldad visible de España. Por allí desfilaban asesinos en plan Jarabo, estafadores de alto estanding (pocos), atracadores, choricillos, mucho ejemplo de la depravación extranjera e historias morbosas como lo de “El descuartizador de Zaragoza”. Y ahí me enteré yo, de que existían razas delictivas:
  • Gitano: ladrón congénito.
  • Mechero: mezcla de gitano y payo, de genética variable.
  • Quincallero: no recuerdo muy bien cuál era la composición, pero trabajaban por la plaza de Cascorro.
Cuarenta años después, enciendo la televisión y mire hacia donde mire, todos los informativos parecen “El Caso”, solo que en diario. Media hora a base de quinquis. Que si Díaz Ferrán, que si Gao Pin, que si las preferentes, un par de crímenes, dos desmantelamientos de banda organizada, suma y sigue. Sigue habiendo razas especializadas, pero han evolucionado y ahora se llaman latin kings, mafia rusa, o cártel. Gracias a este detalle en la información delictiva, y a la abundancia de casos, han salido a la luz especies autóctonas, celosamente protegidas, como el testaferro y el liquidador de empresas. Especies predadoras que vivían camufladas entre los ovinos decentes, como avezados lagartos, y son expertas en bolsas sospechosas, paseos exóticos y trato de privilegio. Menos mal que la población anda demasiado ocupada en las protestas para darse cuenta, deben pensar en el Gabinete, porque nunca tan poca carne había estado a merced de tanto buitre. El pestazo ha llegado incluso hasta las aristocráticas narices del fiscal general del estado, cuya pituitaria sufre taponamiento crónico, y, sí, se ha quejado. No ha podido soportar el tándem Bustos-Soriano de Sabadell.

El resto sobrevivimos con mascarilla quirúrgica.

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