miércoles, 6 de marzo de 2013

El fantasma de las Navidades Pasadas.



 


         Alguien debería mandar a los de "Cuarto Milenio", a casa de mi amiga Pili. En las profundidades de su pasillo de piso antíguo, vive un espectro chillón que arrastra cadenas a las cuatro de la madrugada, y escupe fuego a cualquier hora del día, cuando te lo encuentras en los aledaños del cuarto de baño. Ella lo llama "yerno"- es buena gente, por naturaleza, y aspirante a fincon en el Paraiso de Pedro, por conducta - pero las amigas lo llamamos "el okupa", y el marido, publica y privadamente, lo llama "el cabrón".

    Por lo visto, el chico empezó carrera como Ni-Ni, hasta que su padre le anuló la tarifa plana de wi-fi, y un agente con iniciativa, de la comisaria de Leganitos, lo fichó como vago y maleante futurible. Desde aquel momento se dedicó al callejeo autónomo, la fumada colectiva y la vigilancia permanente de la preñez de la hija de Pili. En los últimos cuatro años, el barrio antíguo ( los que tenemos dos décadas de permanencia) ha eclosionado en una cesta de frutos multicolor, y los bebés asoman con sus carritos por todos lados, a pesar de los bolaños  anti aparcamiento del Ayuntamiento. Son hijos de abuelo, primer peldaño del regreso de la familia troncal, niños que aprenderán de la experiencia antes que de los libros y, por lo tanto, podrán crecer sobre la razón y no sobre la adaptación. Ya es un paso.

    Cierto que han sido la crísis y la metedura de pata contínuada del Ministerio de educación, quienes han propiciado este retorno a la familia tribal, pero, pensándolo bien, servidora no puede quejarse. Por el sistema antígüo, a estas alturas, mi niña- madre estaría viviendo en el más allá de una VPO madrileña (quinta rotonda a la derecha), con un tipo extraño que probablemente dejaría de ser novio conocido para convertirse en marido (y solo Kafka consiguió describir la metamorfósis) y con google como única ayuda para el crecimiento óptimo de su primer retoño. Así pues, me alegro de la evolución.

    Sin embargo no puedo dejar de observar las diferencias abisales que existen entre nuestros principios activos y los de nuestras hijas.

1.- Nosotras concebimos a los hijos cuando intentábamos descubrir el sexo.
2.- Ellas conciben el sexo como herramienta para descubrir a los hijos.
3.- Nosotras, por defecto, luchamos por una Ley del Aborto Gratuito, que nos haría libres.
4.- Ellas, por exceso, defienden la maternidad pura y dura, sin hombres que interfieran la experiencia. Lo cual también las hace libres.

    Los padres de las criaturas de este nuevo feminismo proceden, sobre todo,de la cantera del Instituto Lope de Vega y  de dos colegios concertados, y se resignan alegremente a pasar a tercer plano. Al final, la vida continúa con normalidad evolutiva. Solo Pili, contraviniendo la Ley no escrita del vecindario, se ha quedado con "el yerno", como quién recoge un pitbull abandonado en la calle....y, digo yo, que tal vez antes debiera mirar el chip y buscar a los legítimos dueños.




 

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