martes, 26 de febrero de 2013

Dalí ambiental










       Serán imaginaciones, pero parece como si un viento huracanado, llegado directamente del surrealismo puro, soplara alrededor de las cosas. Empezando en Italia,donde la ciudadanía le ha pegado una patada a la UE en la entrepierna de Monti, siguiendo por Cospedal interpretando a Groucho Marx en su explicación del finiquito de Bárcenas, Chacón a lo Mariana Pineda y, para concluir con morbo, Cantó (ex icóno sexual) reinventando "El varón domado" sin haber leído, seguro, a Ester Vilar. Por si fuera poco, 120 curas de Madrid firman un documento contra Rouco Varela, y  servidora, nacida y crecida en el siglo pasado, aún conserva el instinto de pensar que  cuando la Iglesia se mueve (en un sentido u otro), algo se mueve con ella. Tal es el aire, que,si me dicen que en Canarias han encontrado petróleo, hasta me lo creo.

Como un arco Iris inesperado, estallando sobre el gris de la penumbra, los Buñuel, los Mornau, los Lang, han llenado el día de chispas, y de la ilusión en que, cuando por fín se disipe esta niebla, fuera me esperen un lobito bueno, una bruja hermosa y un pirata honrado. En el último momento, Chaplin levanta la patita antes de alejarse hacia el horizonte, y Bárcenas demanda al PP por despido improcedente. Hay que retrotraerse a Dalí - y si me apuras a Tristán Tzara - para encontrar situaciones medioambientales tan extremas.

Y no me sirve  que desmenucen los documentos de la deshonra en la amoladora judicial; ni que los trituren y coloreen de diminutivos (Julita para Cucaella, mini job para trabajito de régimen cuasi becario, o, en el caso de Castilla-La Mancha, cualquier cosa para desahucio). Me recuerda al conféti y me provoca escalofríos. Por si acaso,desde ayer reviso con lupa la carne picada que le doy a mi crónico externalizado; no vaya a ser que lo esté alimentando con filetes de jamelgo, cuando pago ternera blanca gallega. Tengo muy claro que, con las cosas de comer no se juega. Igual que los italianos.

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