miércoles, 31 de julio de 2013

Le grand Buffete






       Quedan 18 horas para la Gran Explicación, y todo el mundo anda en capilla, o semi. Moncloa con el género dentro por la calor, Ferráz con los toldos desplegados y, el resto, afilando su minuto de palestra. Solo el juez Ruz se puede permitir el lujo de un veraneo en conciencia, porque ha dejado el menú escrito y la pieza en el horno; todo con pulcritud de Registrador de la Propiedad (Rajoy debería apreciarle la deferencia) Y eso que en Masterchef lo tenían más fácil. Para la receta judicial, solo ha contado con Arenas y Cascos de guindilla - por el aróma a aznarismo -, y Cospedal de perjíl a las 200.000 hierbas. No es de extrañar que, según se filtra en malla de red, la "judicatura de corriente afín" ande como loca intentando hervir una nulidad minimamente plausible, para sustituir la Gaviota rellena de castañas. Ahora que, tal y como lo veo, va a resultar muy dificil convencer a la prensa internacional de que se nos ha roto el horno. Los periodistas, me consta, son seres de hambre crónica e ilimitada, y a veces, cuando les sale la cara carroñera, llegan hasta urgar en la basura mas asquerosa.

      Yo no sé Mariano, pero si servidora se siente como perdiguero en coto de Marqués, en su lugar me sentiría perdíz. Además me ha parecido escuchar a Gonzalez Pons que "lo último que interesa a los españoles es la corrupción", síntoma evidente de poco descenso del altar a los asfaltos. Y se lo han recordado con otra recreación: Vosotros, Nosotros, Ellos y Teófila Martinez, hierática como la esfinge de Gizhe, mientras se enteraba de que le paga la Corporación Pueblo. Una Inmaculada, baratillera y con niños, le traía el mensaje.

      Fina, dama de la Ría, ochenta años de sabiduría en formato de salud impecable y marinera, dice que mañana nos iremos a la cama como hoy, sin saber en que punto de la escalera se encuentra el presidente. Al fin y al cabo, dice, nació a este lado del Miño y, en momentos de crísis desesperada, génes mandan. 

     Por alguna razón (que prefiero enlazar con el Romanticismo de Dª Rosalía), me asomo mucho a la galeria, quizá por la esperanza del horizonte, porque a ras de orilla las cuentas salen en A. El pueblo queda muy lejos de Suiza donde acaba todo lo B: la pasta, la vergüenza y las frutas pochas del árbol. 

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