sábado, 13 de julio de 2013

La Nausea

   


        Solo dos veces en mi vida (y ambas corretean por el mundo) he tenido la sensación de nausea que me ha asaltado al mediodía, cuando intentaba desenterrar alguna imparcialidad del informativo de la Primera. En España, por lo que recuerdo, es habitual sacar santos y virgenes (a lo pequeño Po de Guareschi) para calmar las aguas, o las sequías; y también paseamos a los muertos ilustres en loor de multitudes (a lo Tell-el- Amarna de Akenatón); y hasta meneamos reliquias a la espera de milagros (San Pantaleón se licua cada año para sus fans), pero distinguimos. Y, si hay algo repugnante, infame y vergonzoso, es utilizar la límpida momia de un martir para taponar el hedor, ágrio, de unos chorizos podres. Exactamente lo que ha hecho el PP  con Ermua y Miguel Angel Blanco. Alguien debería comentar a Pons que su partido son los militantes que lloraron al concejal vasco, pero, también, la cúpula de señoritos que, en ese tiempo, cobraban sobresueldos secretos mientras agitaban el pañuelo y la cebolla. Igual que Hacienda somos todos, pero, algunos, más que otros. Mucho mas.

       Ahora bien, me fuí corriendo a buscar un bálsamo politico que me enjuagara el mal sabor de boca,y, en Ferraz, andaban muy ocupados intentando sellar, con silicona disciplinaria, la grieta PSC, y no me atendió nadie. Tienen razón mis hijas: Existen lobos porque hay corderos, y, servidora debe tener varios génes ovinos en su ADN, porque Alfonso Guerra dá una órden tácita de Moción de Censura, y algo, en un rincón del alma, se ilumina de verde lima/ilusiones.

      Al final, a la desesperada y por intentar salvar el día, encaminé la tarde a Sol, a recibir a las damas del carbón. Ellas sí  saben de la actividad de sus maridos en paro, de capital inexistente, y obediencia absoluta a la norma. Les falta, tal vez, licenciatura en derecho, aunque todas, estoy segura, se darían cuenta si les apareciera una mobilette en el garage. No lo he preguntado pero, por las consignas a capela, los millones de Bárcenas han caído como escupitajos en Aragón, Cantabria y el resto de la Cuenca Minera. Y servidora se queda entre la impresión de haber superado el vómito in extremis, y las ganas de montar un pic-nic, a las señoras, en los jardines de la Moncloa.   





No hay comentarios:

Publicar un comentario