lunes, 2 de septiembre de 2013

Arrebato de Honradéz

   




         Lo que son las cosas, toda la vida enamorada de la transparencia de la Ría, y ayer le descubrí la miñoca amarga frente a los cadáveres de tres ratas (de las de rabo largo y peste bubónica) muertas por envenenamiento. Hasta ahí, se podría considerar un excelente trabajo, a lo factura Merckel, de los servicios de  Sanidad e Higiene del Ayuntamiento, pero todo el asunto pierde brillo, prestancia y germanismo cuando la información corre de boca en boca por la aldea: en realidad el arsénico estaba destinado a los perros con más pedigree.

       Duele verificar que, al final del Arco Iris lo que reluce no es una olla de oro, ni hay metales y, probablemente, no exista ni olla. Como mucho una escudilla del todo a cien. Me ha escocido casi tanto como saber que lo de Fukushima sigue en el alero, lo de Rajoy va a seguir impregnando el ambiente (vía Bárcenas), o ver a Botella meneando la permanente en busca de un olimpismo que le mulla el almohadón madrileño. Pero, aunque me pille a seis mil dunas de distancia, todavía hiere más saber que el Pentágono, para arrasar Siria, ya solo necesita un titulo pegadizo (después de "Operación Tormenta del Desierto" y "Operación Libertad Duradera", les va a costar) para la marquesina del neón internacional. 

      Desde este pueblín, que ahora es casi mi pueblín, el mundo ya no es tan bonito, o el verano se acaba. Aquí también nos terminaran atrapando la CDU triunfante, la zanahoria de los cinco aros, y, por poner un ejemplo, la carrerilla de relevos hacia la UE, en la pista central de elecciones. Y, servidora, no se examina del PER hasta Diciembre. Si existen menos posibilidades de alquimia, que baje Dios y las busque. Por eso el oro calza categoria de patrón económico.  

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