viernes, 16 de agosto de 2013

De la Barbacoa a Queen

   




         Ayer, dentro de ese calendario infinitamente alegre con que mitigamos la flatulencia permanente de nuestras instituciones, Lubre celebró su fiesta. Y servidora, abandonó en casa a Egipto (y su contradicción a tres bandas Democracia / Islamismo / Militares), para reencontrarse con Paris de Noia. Hacía tres años,( los de la Penumbra) que no nos veíamos, y los miré con la atención de una abuela perdida: estaban, como los nietos, más altos, más guapos y, musicalmente, casi bizarros. Una, que los conoció de pequeñitos, cuando estaban a mitad de camino entre "La Orquesta Mondragón" y "La Charanga del tío Honorio", no pudo menos que enternecerse al ver lo bién que nos han crecido. Igual te rapean, que te hacen un sóul de tripas afuera, o tiran de ranchera a lo Pedro Infante. Siempre han sido valientes con causa.e igual te cantan por Beatles, que por Bebo Valdes, y hasta por Sinatra si se tércia; esta vez, por imperativo youtube, tocaban Pablo Alboran y el galope coreano.
        Y yo no digo que, antes, quizá, les hubiera salido el galope reducido a un trotecillo alegre, pero anoche me quedó clara la evolución: Habían pasado de Paquito el Chocolatero a  Queen, sin despeinarse. Coreografía incluida. Donde hace diez años se levantaba un escenario de hierro abierto y farolillos, ahora podrían haberle puesto ritmo e himno al bodorrio de la princesa Leia: panel de latigazos de lasser al cielo, azul galaxia salpicado de chispas, escaleras trenzadas en balcones metalicos (con tecnología digital superpuesta), y confeti halogeno de plata lloviendo sobre el escenario. No era de extrañar que el censo de cuatro pueblos (Ares, Lubre, Redes y Mugardos), se apiñara en una praderita para bailarlos. Y digo censo con todos los datos en la mano porque allí había, por lo menos, cuatro generaciones
  • Chiquillería,
  •  chavalería,
  •  conyuges practicantes
  •  y tercera edad quitándose el mal sabor de boca de las preferentes.

       Lo pasé muy bién, cuatro horas largas de brinco al aire libre en una especie de picnic con nocturnidad y alevosía. Hasta los adolescentes, bastante mas sensatos de lo que recordaba, esperaron a la última nota del último bis, para desaparecer tras la valla a su botellón privado. Lo pasé maravillosamente y, al llegar a casa, me alegré de haber salido. Sino, conociendome, habría permanecido frente a la pantalla para ver si a la Cifuentes se le han cardado las intenciones con el veraneo, o sigue llevando la ideología tirante, agreste y paletita, de cara al otoño. Va a ser lo último, porque, en el resumen de hoy, me ha parecido escucharle algo así como "modulación del derecho de protesta", y ya se sabe cómo acaban estas cosas, como el escrache, convirtiendo al personal en terrorista de algo y pagando multa.    

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