jueves, 3 de octubre de 2013

¡Nunca Mais!






       Hoy he conocido la cara mas triste de la Ría mientras se despedía, a pié de merlucero, de un último novio. Con las manos abiertas y las cicatrices descendiendo por los brazos, bayas oscuras de la "vieja movida", como orugas procesionarias de veneno, cubiertas por una manga. Nada mas verla la he reconocido: Un resto de aquella generación, la mía, que se le fué a España por la vena. La reconocí en su mirada hundida y acuosa, media mujer con un pié en la menopáusia, el otro en la ira y la cabeza en el arrepentimiento.
       Nos hemos invitado, mutuamente, a un cigarrillo, y hemos hablado de mis hijas, de la suya, de Led Zeppelin, de Leño, el "Tren Azúl" y los amigos muertos. He visto los ojos desesperados de una mar que jamás imaginé tan llena de fango. Lo que son las cosas, otro chapapote maldito que salió de Madrid para inflar con óxido los pulmones de los incombustibles. Y, por mucho que digan, ni los Necoras, los Charlines, los Pazos prohibidos o mil Garzones, han conseguido lavar las piedras.

       Hoy me he tomado el café de siempre antes de clase, sentada en el escalón de siempre, el de los pescadores, mirando planear a las gaviotas de siempre (que cuando se matan por los restos del pescado me recuerdan, indefectiblemente, a Génova), oyendo el temblequeo de los mástiles de siempre, y, sin embargo, me siento como si hubiera descubierto el grito mudo, un desquiciante alarido de silencio, el verdadero "¡¡Nunca mais!!". Me voy a la cama sabiendo lo que es un rumbo efectivo (el que nace de la Corriente), pero con alquitrán en el alma. Mañana, espero, será otro día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario