Anoche, disfrazada
de fruslería, salí por Chueca a tomar la tensión de la creatividad
en tiempos de crisis (increíble lo que es capaz de hacer un español
con dos kilómetros de papel higiénico de colores). Aparentemente ya
nos hemos adaptado a Halloween como si fuéramos oriundos de Wisconsin,
nos ha faltado tiempo para arrojar el gemido monacal de Zorrilla - tan
oscuro como moralizante - a un rincón del trastero de La 2, y adoptar
el rojo espectáculo de la sangre, mucho mas alegre. Ahí es nada, una
noche entera de carnaval donde antes gobernaban el recogimiento debido
a los difuntos y los golpes de pecho del arrepentimiento católico.
Sin embargo, había
incluso mas tensión que creatividad en el ambiente. Todos los corrillos
de fumadores que se pelaban de frío a las puertas de los locales, hablaban,
belicosamente, de “la lista”. Tardé en salir de la oscuridad (el
traje de fruslería es lo que tiene), pero a la altura del tercer garito
ya sabía que no se trataba de la lista de Schindler, sino de otra que
aglutina mas de doscientos nombres - y lo que es peor, apellidos - representantes
de la codicia absoluta. La historia se remontaba a principio de verano. Llegaba en clase turista desde Suiza y su portador cumple, desde entonces,
condena de indiscreción en Barcelona. Los corrillos desmenuzaban el
asunto con detalles espeluznantes, de ética gore: que si Hacienda tiene
el listado desde julio y no saben qué hacer con él dada la importancia
de sus integrantes. Que si aparecen Aznar, Rato, Agag y un montón de
señoritos del PSOE. Que si con las cantidades defraudadas podría recuperarse
al 90% de los maestros despedidos. Que si al pobre suizo - un héroe
para la mayoría, un mártir para la minoría y un cadáver laboral
en opinión unánime - lo quieren extraditar pero no pueden porque los
delitos que le imputa Suiza no están tipificados aquí. Que si ya tenemos
dos prisioneros de Zenda, uno en la embajada ecuatoriana de Londres
y otro, menos elegante, en la Modelo de Barcelona. Que si la prensa
española no tiene bemoles para publicar ese compendio de fraude fiscal,
porque han hecho oreja de lo que le ha pasado al periodista griego (en otra Modelo pero de Mikonos.). Que si grandes empresas, que si bancos,
que si famosillos y famosazos... Un tesoro de perlas que habría hecho
palidecer de envidia a Barbanegra. A Barbagrís, seguro, lo ha puesto
rojo de emoción: ya sabe de donde sacar la pastizara que necesita para
no pedir rescate hasta enero.
La calle Pelayo, con
sus tiendecitas de postal 1930, hervía como una marmita vulgar y desnudaba
de glamour el delicado hedonismo. Desde Augusto Figueroa a Fuencarral,
de Libertad a Huertas jadeando Gravina arriba, un rumor oscuro, que
los mas pesimistas calificarían de cabreo, se iba apelotonando... Ahora,
tres niñas.
De vuelta a casa
llevaba la fruslería negra de tabaco, el estómago verde de premoniciones,
y la cabeza blanca de ira. Me acosté con la sensación de haber asistido
a un aquelarre de libro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario