EL LIMBO (Foto: Carlos Muñiz Cueto) |
De su paso por la TVE Clásica (la de antes del Consorcio), a una se le ha quedado cierto regusto estético en la juntura de los dedos, y un ojo muy crítico cuando mira el trabajo ajeno. De ahí que reconociera, en cuanto lo vi, el tapiz casi perfecto de sentimiento sacro que conseguía, con solo tres tiros de cámara, el realizador de la Madrugá. No era un milagro sensu estricto, pero sí una birgueria de fundidos y zooms, encadenados muy lentos a ritmo costalero, que me llevaron de vuelta a Brian Lark, y a un jefe que me enseñó cómo convertir, apretando el plano despacito, el agujero de una flauta travesera en la cuna tangible de una nota. Y hasta podías ver al Re, o al Mí, deslizándose fuera del instrumento.
El equipo técnico de 13tv no llegó a tanto, pero utilizó todos los recursos: rozó la imagen de foco, jugó con las velas, con el palio y sus tirabuzones de encaje, picando a las masas de fieles desde el campanario, y marcando la entrada de los cofrades, en hileras oscuras, en voces peticionarias sobre el rostro una Virgen...¡Que buen nivel si hubiera buenos medios! Servidora aguantó casi dos Pasos, y a la sexta o séptima saeta, mientras veía a unas post adolescentes llorando en plano corto ante la Macarena, se largó a territorios de cine independiente. Por el camino, me felicité de que mis niñas anduvieran en un cumpleaños. Seguro que Botella era de las que lloraba al paso del Cristo de su pueblo, aunque el limbo le pille lejos. En Portugal.
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