Ya cuando Mariano anunció la Comparecencia, servidora sintió un aldabonazo cinematográfico y Don Pepe Isbert, alcalde de Villar del Río, me recorrió el espinazo: Iba a dar explicaciones porque la ciudadanía merece una explicación y, como presidente, una explicación iba a dar. Mosqueante. Casi tanto como escuchar a Herman Terchts comparando el desolador futuro de 47 millones de españoles, con el de "20, 30 o 40 cargos politicos del PP". Solo a Rosa Díez le salían preguntas hasta la "veinteava", y, al final, tenía razón Fina.
La justificación, encima, me retrotrajo a un culebrón de Televisa. "Me he equivocado", y ya está. Por eso una se declara adepta a la novela mejicana frente a sucedáneos caribeños, por tres razones de autenticidad:
- En la respuesta azteca todos, buenos y malos, tiran de gatillo con facilidad, por desahogarse.
- Saltan de la puta a la monja sin fisuras, con una alegría moralizante propia de Esopo.
- Cada veinte episodios, dedican uno a publi reportaje turístico (otra forma, sin más, de servicio público)
Puede que solo sea escozor porque el aprecio a lo mejicano me llegue de reminiscencia republicana, no quiero ni pensar que el espectáculo me haya traído al subconsciente la democracia de Quetzacoatl.
Hoy, creo, que me voy a acostar temprano.
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